¿Por qué no quiere comer?
En muchas ocasiones, encontramos personas adultas mayores que han reducido su interés en la comida y no quieren comer. Especialmente, es habitual en personas que padecen alguna enfermedad neurodegenerativa, como por ejemplo, una demencia.
¿Cuáles pueden ser las causas?
1- Primero debemos descartar cualquier problema de salud como por ejemplo dolor, ya sea provocado por las prótesis dentales, infecciones o enfermedades como la periodontitis, gingivitis, caries, etc.
2- Es recomendable revisar la pauta farmacológica actual ya que existen algunos medicamentos que provocan pérdida del apetito y/o pueden alterar la percepción de los sabores.
3- En caso de descartar las opciones anteriores, habría que valorar y tener en cuenta el estado anímico y emocional de la persona. Por ejemplo la depresión provoca pérdida del apetito. También puede ser que la persona presente algún trastorno de alimentación como la anorexia.
4- Habiendo descartado todas las anteriores, es probable que el motivo de no querer comer sea secundario a la pérdida de olfato y/o gusto asociados a la edad.
La pérdida de olfato y/o gusto
A partir de los 60 años aproximadamente, nuestros sentidos como el olfato y el gusto disminuyen.
La disminución del sentido del olfato suele estar relacionada con la pérdida de terminaciones nerviosas y la menor producción de moco en la nariz. Además, en las personas que padecen una demencia (por ejemplo la Enfermedad de Alzheimer), no solo disminuye, sino que puede perderse totalmente De hecho, existen pruebas diagnósticas utilizando el olfato, para detectar la enfermedad de forma precoz.
En el caso del gusto, hay que tener en cuenta que cada papila gustativa comienza a encogerse con la edad. Por lo que nuestra sensibilidad a las 5 sensaciones gustativas disminuye. Además, la boca produce menos saliva a medida que se envejece. Esto puede causar sequedad y afectar también el sentido del gusto.
Como consecuencia, es común que muchas personas adultas mayores sientan la necesidad de añadir sal constantemente en sus comidas. Además, el sabor que se percibe mejor es el dulce. Muchas personas que no han sido de dulce, empiezan a preferir bollería o productos similares para desayunar y/o merendar.
Los sentidos del gusto y el olfato trabajan juntos. Además, hay que tener en cuenta que la mayor parte de los sabores están asociados con olores. Por lo tanto, al reducirse nuestra percepción gustativa y olfativa, es normal que exista una pérdida de interés en la comida y por ello, no queramos comer tanto.
¿Cómo podemos recuperar el apetito?
- Cuidando nuestra salud bucal para prevenir y/o reducir las problemáticas comentadas anteriormente.
- Usar otros condimentos para dar sabor a la comida (especias variadas).
- Hidratarse frecuentemente para evitar la sequedad de la boca. De esta manera, mejorará la cantidad y calidad de la saliva y al sentido del gusto en general. Hay que tener en cuenta que las personas adultas mayores tardan más tiempo en experimentar la sensación de sed, por lo cual también están más expuestos a posibles deshidrataciones.
- Potenciar el sentido de la vista «comer por los ojos«. Cuidar la presentación del plato y de la mesa en general. Este es un aspecto muy importante y eficaz. Nos pasa muchas veces, aún sin sentir hambre, que al ver un plato o comida apetecible, nos entran ganas de comer.
- En el caso de la comida triturada, sustituir por comida texturizada. Los purés siempre acaban teniendo el mismo aspecto, apenas varían el color y la presentación es la misma. ¿A quién le apetece comer después de meses (hasta años) sin variar?