11/10/2024

¿Cómo consigo que la persona quiera hacer actividades?

No forcemos la situación

Un aspecto clave para animar a una persona a realizar actividades es evitar imponer o forzar algo que no le apetece. Si una actividad no parece atractiva para la persona en ese momento, es preferible buscar una alternativa que sea agradable para ambos. Especialmente si la tarea requiere más esfuerzo del que la persona puede gestionar o si excede sus capacidades actuales, forzarla solo generará frustración, tanto para quien cuida como para la persona que está bajo su cuidado.

Por ejemplo, si un paseo que suele ser placentero de repente se convierte en una tarea tediosa o agotadora, quizá sea mejor optar por una actividad más relajada, como escuchar música o compartir una charla agradable. El objetivo no es simplemente cumplir con una rutina, sino encontrar formas de conectar y disfrutar de la compañía mutua mientras se promueve algún grado de actividad física o mental.

La importancia de considerar aficiones y preferencias

Tener en cuenta las aficiones y preferencias de la persona es crucial para aumentar las probabilidades de éxito al planificar actividades. Las actividades que se alinean con los intereses de la persona serán más atractivas y, por lo tanto, más efectivas para mantenerla motivada. Si tu familiar siempre ha disfrutado de la jardinería, preparar un pequeño rincón en el hogar para cuidar de algunas plantas puede ser una manera excelente de estimular su participación. Si la lectura ha sido siempre su pasión, leer juntos fragmentos de libros o revistas puede resultar reconfortante.

A veces, las actividades más simples, aquellas que han formado parte de la vida cotidiana de la persona, pueden tener un impacto positivo. Recordar estos intereses y aprovecharlos para diseñar momentos de actividad diaria es una estrategia sencilla pero efectiva para mantener a la persona comprometida.

Preparar el terreno: generar un estado de ánimo positivo

Antes de proponer cualquier actividad, es esencial crear un ambiente propicio. Esto implica generar un estado de ánimo positivo a través de una charla significativa o de un gesto afectivo. Por ejemplo, un abrazo o unas palabras cariñosas pueden ayudar a crear una sensación de confort que anime a la persona a participar en la actividad propuesta.

También es fundamental asegurarse de que las necesidades fisiológicas estén cubiertas. Si la persona tiene hambre, sed o necesita ir al baño, es probable que esté menos dispuesta a participar en actividades. Asegurarse de que se siente cómoda es un paso fundamental antes de intentar involucrarla en cualquier tipo de actividad.

Las actividades no siempre tienen que ser estructuradas o físicas para ser valiosas. Conversar sobre viejas historias mientras clasificamos fotografías puede ser una forma maravillosa de conectar emocionalmente con la persona, al tiempo que estimulamos su memoria y atención. Esta actividad no solo le permite ejercitar su mente de una manera  agradable, sino que también crea un espacio de interacción significativa entre los dos. Lo mismo ocurre con juegos sencillos como las cartas o el dominó, que pueden ser tanto relajantes como estimulantes.

Los paseos, aunque puedan parecer triviales, también son una excelente forma de mantenerse activo. Incluso una caminata corta por el vecindario o el jardín puede ayudar a mejorar el estado de ánimo y proporcionar una oportunidad para la socialización. Estos momentos compartidos son una forma de actividad válida y valiosa que no debe subestimarse.

En esta cuestión, Amaia quiere siempre jugar un papel facilitador, al tener muy presente que el estudio pormenorizado de la identidad de la persona nos aporta recursos para poder tener momentos estimulantes y satisfactorios al mismo tiempo. Tanto en lo que refiere a la conexión con sus seres queridos, como las soluciones que proponen planes de atención de forma creativa y personalizada son un desahogo para quien atiende a una persona mayor con demencia.

En definitiva, motivar a un  mayor a participar en actividades puede requerir creatividad, paciencia y, sobre todo, flexibilidad. Evitar la frustración y priorizar las preferencias de la persona son pasos importantes para lograr que las actividades sean agradables y enriquecedoras. Recordemos que las actividades estandarizadas no son siempre (o casi nunca) la mejor manera de producir estimulación en las personas. Cada interacción, por pequeña que parezca, es una oportunidad para conectar, compartir y contribuir al bienestar mutuo.

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