Cambios Cognitivos en el Envejecimiento Normativo
Habitualmente asociamos el concepto de envejecimiento a «incapacidad física», «deterioro», «enfermedad», etc. Sin embargo, el envejecimiento es un proceso dinámico en el cual cada persona envejece a diferente ritmo.
Existe gran variabilidad intra e interindividual en este proceso y la mayor parte de personas mayores no presenta un deterioro generalizado, especialmente las nuevas generaciones de mayores en comparación con épocas anteriores.
A todo esto, podemos clasificar el proceso de envejecimiento en normativo (habitual), patológico y exitoso o satisfactorio.
En este artículo nos centraremos en el proceso de envejecimiento normativo o habitual.
¿Qué cambios cognitivos suelen producirse durante el proceso de envejecimiento normativo o habitual?
Durante el proceso de envejecimiento normativo tienen lugar cambios de carácter leve que no afectan a la capacidad funcional de la persona en su día a día. Hay que dejar claro que hacerse mayor no significa que ya no se puedan desarrollar tareas de alta demanda intelectual.
Simon Peres, José Mújica, Joe Biden o Nelson Mandela, son ejemplos de presidentes de gobierno con más de 70 años. ¿Habíais pensado en este dato? Hay más ejemplos en otros ámbitos, por ejemplo Clint Eastwood, Alfonso Guerra, Giuseppe Verdi, George R.R. Martin, etc.
Nadie puede decir que, cuando se es mayor ya no se está para trabajar. Por supuesto, se debe tener fortuna de no sufrir enfermedades incapacitantes y al mismo tiempo, actitud y motivación.
En este punto es interesante hacer referencia a dos conceptos que nos pueden ayudar a comprender lo que sucede a nivel intelectual durante el envejecimiento. Hablamos de la inteligencia fluida y de la inteligencia cristalizada.
- Inteligencia fluida: Se aplica a la capacidad que la persona tiene para ser adaptativa y realizar con solvencia tareas nuevas. Tiende al declive a medida que envejecemos.
- Inteligencia cristalizada: Comprende la acumulación de conocimientos que se obtiene por medio de la educación y de la experiencia. Es lo que entendemos por sabiduría y tiende al crecimiento durante toda la vida.
¿Cuáles son entonces, los cambios cognitivos asociados a la pérdida de inteligencia fluida?
Las funciones cognitivas típicamente preservadas en la vejez incluyen aspectos de lenguaje y vocabulario, sabiduría, razonamiento abstracto y resto de funciones que dependen fundamentalmente de la memoria a largo plazo (semántica y episódica). La capacidad de aprendizaje y adquisición de nuevos conocimientos también queda preservada, como se comentaba antes, aunque se vería limitada en términos de velocidad en comparación a adultos jóvenes.
Por otra parte, los cambios que implican pérdida afectarían especialmente a las funciones ejecutivas (planificación, estrategias, etc.) dando como resultado procesos de toma de decisiones más pobres en rendimiento comparados con otras funciones cognitivas. Se observa también ralentización psicomotriz, y reducción generalizada en procesamiento de la información.
También se han observado alteraciones en procesos atencionales, especialmente en tareas de atención dividida, de cambio en el centro de atención (se ve ralentizado) y la gestión de situaciones complejas (con diversidad de estímulos con los que trabajar). Algunos aspectos de la memoria, especialmente memoria de trabajo y memoria a corto plazo serían tareas que también ofrecen rendimientos inferiores según el grupo de edad.
Otros factores que pueden estar asociados con la pérdida cognitiva son:
Los déficits sensoriales (principalmente relativos a audición y visión) tienen muy a menudo un impacto negativo sobre el rendimiento cognitivo de las personas mayores, al limitar las posibilidades de interaccionar con normalidad en un contexto de estimulación apropiado. Por otra parte, los problemas cardiovasculares también serían causa de afectación cognitiva, pudiendo ocasionar microembolias, sensación de fatiga, etc.
La presión arterial elevada, fumar, padecer enfermedad cardíaca y obesidad son factores que se han visto relacionados con un rendimiento por debajo de lo que sería esperable.
Otras alteraciones biológicas (diabetes, función de las tiroides, función renal, déficits en Vitamina B12, procesos infecciosos…) también dan como resultado una afectación en el rendimiento cognitivo.
Aún así, algunas de éstas causas generan la posibilidad de que el déficit sea reversible.
En otros casos como las infecciones de orina, respiratorias u otras (también por toxicidad de fármacos) la persona mayor puede sufrir un síndrome confusional, con síntomas muy disruptivos para la familia (desorientación severa, delirios y/o alucinaciones, alteración del ciclo sueño-vigilia, especialmente) que se producen repentinamente, pero que rápidamente remiten con el tratamiento médico de elección.
Finalmente, el estado psicológico también determina el rendimiento cognitivo en este grupo de edad. Atención, procesamiento de información y memoria se ven típicamente afectados en presencia de síntomas de ansiedad y / o depresión.