Beneficios de un sistema de gestión del cuidado digital
Tal y como se explica en la entrada del blog “Digitalización de los cuidados", los servicios gerontológicos han ido evolucionando en los últimos años, acompañados por la integración de los avances en la digitalización.
¿Qué desafíos representa la gestión del cuidado?
La presión de los agentes involucrados en centros de día, residencias de mayores y servicios de atención doméstica, está haciendo necesarios movimientos hacia la mejora de la calidad.
Se han ido incorporando nuevos roles que integran distintos conocimientos en la geriatría y la gerontología: Educadores sociales, Psicólogos, Terapeutas Ocupacionales… En consecuencia, el volumen descriptivo de las personas mayores se ha incrementado notablemente. Además, más profesionales representa también retos en cuanto a su coordinación efectiva.
Se ha establecido desde la administración la necesidad de contar con un sistema de valoración, planificación y seguimiento de la labor del equipo. De ahí han surgido las valoraciones gerontológicas integrales, los planes de atención y los registros y seguimientos.
Los profesionales emplean una parte nada despreciable de su jornada en realizar estas tareas. Cuando toca valoraciones y toca desarrollar aportaciones para la reunión de equipo, es frecuente que los profesionales deban dejar de lado alguna de sus facetas, como realizar actividades, o que estén menos disponibles para atender a familias o a las propias personas mayores.
Las reuniones de equipo suelen caer en 2 dinámicas habituales. O bien se encajonan en la propuesta de intervenciones arquetípicas (el “café para todos”) o bien no avanzan con la agilidad suficiente si tienen motivación por personalizarlas y se enfrascan en un proceso creativo que tiene días de todo.
Los registros y seguimientos obligan a tener que dedicar también un tiempo al final de la jornada que puede ser realmente problemático. En suma, los sistemas a veces generan que la información no sea de calidad o se pierda.
¿Cómo los resuelve Amaia?
La tecnología ha servido a lo largo de la historia para incrementar la productividad de las personas, mejorar su experiencia en cualquier ámbito de la vida o facilitar sus labores en general. La gran tecnología que entra últimamente de modo disruptivo (para bien) y que está resultando en un avance sin precedentes para las ciencias sociales y de la salud, es la inteligencia artificial. En concreto, para este campo, los modelos de lenguaje.
Como decimos muchas veces, la inteligencia artificial en el ámbito de la salud, es como la calculadora para el matemático o el ingeniero. Los seres humanos estamos dotados de una inteligencia todavía por igualar, que es capaz de integrar los conocimientos que tenemos del mundo y de las distintas materias para resolver el problema. No obstante, a nadie le amarga contar con una maquinita que te resuelva ágilmente las operaciones.
Poder emitir verbalmente valoraciones y seguimientos desde tu herramienta de campo, mientras puedes hacer otra tarea más automática o sin necesidad de regresar al ordenador del despacho o del punto de control es a todas luces una mejora. No hay que olvidar que, en la incorporación de software en las residencias, muchas personas menos hábiles tecnológicamente han quedado desplazadas y no aportan información sobre el conjunto de la persona aunque compartan espacios íntimos y, por tanto únicos, con ella.
De otra parte, la integración de toda la información incorporada en las valoraciones en una descripción coherente de la persona también tiene su aquél, siempre que no queramos hacer un montaje extraño de la persona por piezas, como si ésta pudiera desmembrarse en base a áreas profesionales. El alojamiento de valoraciones frankestein es un despropósito que resulta en descripciones que no suelen concordar entre sí, porque un profesional tiene unas interacciones en un contexto determinado que no son comunes al resto y también tiene un sesgo perceptivo distinto al de los demás.
La vuelta de tuerca está, además, en incorporar a la persona mayor y/o su familia en este proceso. Conocer sus impresiones, preferencias sobre cómo quiere ser tratado, cuidado, estimulado… Decidir sobre su propia vida. El A-B-C de la Atención Centrada en la Persona. Más información a integrar en el mismo Plan de Atención.
La inteligencia artificial dispone de una capacidad impresionante para poder manejar toda esa información, extraer conclusiones coherentes más allá de la simple suma de sus partes y elaborar propuestas de intervenciones centradas en la persona. El planificador de Amaia así funciona y es capaz de llevar a cabo esa tarea en un tiempo infinitamente menor que cualquier profesional. Es trabajo del ser humano, eso sí, verificar que las propuestas se ajusten a la realidad y dar el visto bueno.
Este es el presente ya y, sin duda, el futuro de los cuidados.